Historias de la Biblia hebrea
LA CASA DE DIOS EN EL MONTE MORIA

Historia 72 – I Reyes 5:1-9:9; 2 Crónicas 3:1-7:22
El trabajo más grande del reinado de Salomón fue de construir la casa de Dios, a la cual se le conocía como el Templo. Estaba en el monte Moria al este del monte Sión, y abarcaba toda la montaña. El rey David ya había juntado muchos materiales como oro, plata, piedra y madera de cedro. Las paredes estaban hechas de piedra y el techo de cedro.

Para la construcción usaron cedro del monte Líbano, donde había muchos árboles grandes. Los árboles que cortaban los llevaban a Tiro en la costa, donde los ataban en forma de balsas para llevarlas flotando hasta su destinación en Jope. Una vez llegados allí, los llevaban a Jerusalén. Toda la labor fue hecha por los hombres de Tiro, bajo la dirección de su rey Hiram. Hiram era amigo de Salomón así como lo había sido de David. Todas las piedras para el templo eran labradas antes que las mandaran al monte Moria; y todas las vigas del techo y los pilares de cedro eran talladas y cabían entre sí, así que durante la obra no se oyó el ruido de martillos ni de piquetas, ni de ninguna otra herramienta. ¿Recuerdas cómo era el santuario que estaba en el desierto? Tenía su patio, su lugar santo y su lugar santísimo. El santuario fue un modelo de cómo construir el templo, con la excepción que era más grande y hecho de cedro y piedra en vez de ser una tienda de campaña.

El santuario tenía un patio alrededor, exclusivo para la entrada de los sacerdotes. El templo tenía dos patios sin techo con paredes de piedra alrededor, y las paredes tenían dos hileras con pilares de madera techadas que servían como toldo para tapar el sol a los que caminaban en él. El patio de enfrente, llamado ante patio, era para que los israelitas entraran, no para los extranjeros. Pasando el ante patio, estaba el otro patio exclusivamente para los sacerdotes.

En la puerta del lado este del patio estaba el gran altar para los holocaustos; este altar no podía tener piedra labrada, así que estaba construido con piedras toscas. El altar estaba en la roca del piso de trilla de Arauna, donde David vio el ángel del Señor. Cerca del altar del patio de los sacerdotes, había un tanque de agua, era tan grande que le llamaban un mar. El tanque era de latón y lo tenían encima de doce bueyes de latón; el agua del tanque la usaban para lavar las ofrendas.

El patio de los sacerdotes era de mármol y cedros y se encontraba en la casa santa o el templo. Al frente había una torre alta que se llamaba el pórtico, el cual tenía cuartos para los sacerdotes y para sus hijos. En la parte trasera se encontraba el lugar santo, éste era un cuarto largo donde estaba la mesa con los doce panes y el altar dorado de incienso. En el lugar santo del templo había un candelero de oro. Salomón puso diez lámparas de oro en el lugar santo, pero no se sabe si estaban en el templo en lugar del candelero o junto con éste. Había un gran velo para separar el lugar santo del lugar santísimo como lo tenían en el santuario; y en el lugar santísimo, los sacerdotes pusieron el arca del pacto. Si recuerdas, el arca era una caja de oro en la cual guardaban las piedras con los Diez Mandamientos. El arca del pacto era lo único que estaba en el lugar santísimo, y el sumo sacerdote era el único que podía entrar allí en el gran día de la expiación, cuando se dejaba escapar el chivo expiatorio. Los cuartos para los sacerdotes estaban en la parte de afuera de la muralla de la casa, a los lados y atrás, más no en frente; eran de tres pisos y se entraba solamente por la parte de afuera. En estos cuartos los sacerdotes se quedaban temporalmente en lo que les tocaba dirigir el culto de adoración.

Tardaron siete años en construir el templo, y finalmente ya habían terminado. Hicieron un servicio de adoración para dedicar el templo a la adoración del Señor. Ofrecieron muchas ofrendas en el altar, trajeron el arca al lugar santísimo del monte Sión, y el rey Salomón se hincó en una plataforma en frente del altar ofreciendo una oración al Señor ante toda la gente que llenaba el templo.

Una noche, después que el templo ya se había construido, el Señor se le apareció a Salomón en un sueño por segunda vez, y le dijo: “He escuchado tu oración, y he escogido este templo para que en él se me ofrezcan sacrificios. Desde ahora y para siempre escojo y consagro este templo para habitar en él. En cuanto a ti, si me sigues como lo hizo tu padre David, y me obedeces en todo lo que yo te ordene, yo afirmaré tu trono real. Pero si ustedes me abandonan, y desobedecen los mandamientos que les he dado, entonces los dejaré y permitiré que tus enemigos vengan y destruyan esta casa que me pertenece”.