Historias de la Biblia hebrea
LA ESCRITURA EN LA PARED

Historia 102 – Daniel 5:1-31
El gran reino o imperio de Nabucodonosor consistía de pequeños reinos que había conquistado. Mientras que él estaba vivo, su imperio estaba vivo y fuerte. Pero en cuanto murió, su reino comenzó a hacerse pedazos. Su hijo tomó el trono, pero también lo mataron. Así fue por varios años, hubo un rey tras de otro. El último rey fue Nabonidus, el cual compartió el trono con su hijo Beltsasar. Nabonidus se encargaba de las regiones más distantes y su hijo Beltsasar reinaba en Babilonia.

Sin embargo, una nueva nación estaba surgiendo en poder. Lejos en el este estaban los reinos de Media y Persia. Estos dos reinos se habían unido en uno, y marcharon en batalla contra Babilonia. Eran dirigidos por Ciro, y Beltsasar dirigía la ciudad de Babilonia. Ciro y sus soldados de Persia estaban a las afueras rodeando la muralla, intentando tomar la ciudad. Pero las murallas eran tan altas y poderosas que los soldados de Persia no podían entrar.

Pero dentro de la ciudad, Beltsasar tenía muchos enemigos, los cuales eran amigos de Ciro. Estas personas le abrieron las puertas de Babilonia a Ciro. Y por la noche, Ciro metió su ejército sin que nadie los viera y rodeó el palacio del rey Beltsasar. Esa noche el rey tenía un festejo en honor de su dios. En la mesa estaban las copas de oro y de plata que Nabucodonosor había tomado del templo de Señor en Jerusalén. Sentados a la mesa estaban sus esposas y como mil miembros de la nobleza; no sabían que el palacio estaba rodeado por el enemigo, y que estaban muy cerca de las puertas del palacio.

Ya borrachos estaban en la sala del palacio, cuando de repente vieron algo muy extraño. En la pared apareció una mano que, a la luz de las lámparas, escribía con el dedo sobre la parte blanca de la pared. Mientras que el rey observaba la mano que escribía, se puso pálido del susto, las rodillas comenzaron a temblarle, y apenas podía sostenerse. Mandó entonces que vinieran los hombres sabios de Babilonia que estaban en el palacio, para que le explicaran el significado de la escritura. Les dijo: “Al que lea lo que allí está escrito, y me diga lo que significa, lo vestiré de púrpura, le pondré una cadena de oro en el cuello, y lo nombraré tercer gobernante del reino”. Pero los sabios no pudieron descifrar lo escrito, porque Dios no les había dado el poder. Al oír el alboroto, la reina misma le dijo al rey: “¡Que viva Su Majestad por siempre! En el reino Su Majestad, hay un hombre en quien reposa el espíritu de los santos dioses. Cuando vivía el rey Nabucodonosor, padre de Su Majestad, lo hizo jefe de todos los hombres sabios. Su nombre es Daniel, llame usted a ese hombre, y él le dirá lo que significa ese escrito. Daniel ya era un hombre anciano; y desde la muerte de Nabucodonosor, no tenía el alto rango que tenía antes, ni ayudaba en la corte del rey. Daniel fue llevado a la presencia del rey, y éste le preguntó: “¿Así que tú eres Daniel, uno de los exiliados que mi padre trajo de Judá? Me han contado que en ti reposa el espíritu de los dioses, y que posees gran inteligencia, y sabiduría. Si logras interpretar lo que allí está escrito, te vestiré de púrpura, te pondré una cadena de oro en el cuello, y te nombraré tercer gobernante del reino”.

Daniel le contestó: “Su Majestad puede quedarse con sus regalos, o dárselos a otro. Yo voy a leerle a Su Majestad lo que dice la pared, y le explicaré lo que significa. El Dios Altísimo dio al rey Nabucodonosor, padre de usted, grandeza, gloria, majestad y esplendor. Pero cuando su corazón se volvió arrogante y orgulloso, se le arrebató el trono real y se le despojó de su gloria; fue apartado de la gente y recibió la mente de un animal. Todo esto le sucedió hasta que reconoció que el Dios Altísimo es el soberano de todos los reinos del mundo. Rey Beltsasar, a pesar de saber todo esto, usted no se ha humillado. Por el contario, se ha opuesto al Señor mandando traer de su templo las copas, para que beban en honor de sus propios dioses de madera y piedra. Pero usted no ha adorado al Señor Dios quien le ha dado este reino y poder.

Por eso Dios ha enviado esa mano a escribir lo que allí aparece: Mene, Mene, Téquel, Parsin. Pues bien, esto es lo que significan esas palabras: Mene- Dios ha contado los días del reino de Su Majestad, y les ha puesto un límite. Téquel – Su Majestad ha sido puesto en la balanza, y no pesa lo que debería pesar. Parsin – El reino de Su Majestad se ha dividido, y ha sido entregado a medos y persas.

El rey Beltsasar no podía creer lo que escuchó. Entonces ordenó que se le diera a Daniel su recompensa. Y cuando todavía estaba hablando, su final le llegó. Persia y Media entraron en el palacio y mataron a Beltsasar en medio de su festejo. En esa noche el imperio o gran reino que  Nabucodonosor empezó, llegó a su final.

El nuevo imperio surgió, llamado el Imperio Persa, más grandioso que el de Babilonia. Ciro, el comandante de Persia, puso a Darío en lugar de Beltsasar temporalmente, en lo que Ciro se preparaba para tomar mando. El imperio de Persia es el tercer reino del mundo que se menciona en la Biblia. El primero fue el reino de Asiria, su capital era Nínive; este fue el reino que se llevó a las diez tribus en cautiverio. El segundo reino fue Babilonia o Caldea, el cual llevó a los judíos en cautiverio. Y el tercero fue el reino de Persia, el cual duró por doscientos años y gobernó todas las tierras mencionadas en la Biblia.