Historias de la Biblia hebrea
EL JOVEN QUE SE CONVIRTIÓ EN ARQUERO

Historia 9 – Génesis 21:1-21
Después que Sodoma y Gomorra fueron destruidas, Abraham se cambió lejos de allí a un lugar llamado Guerar al sudeste del Gran Mar. Por fin, cuando Abraham tenía cien años, el hijo tan esperado que Dios le había prometido, llegó. Le pusieron por nombre Isaac, tal y como el ángel les había dicho. Abraham y Sara estaban tan felices de tener a su hijo con ellos que hicieron una fiesta para celebrar la venida del pequeño Isaac.

¿Recuerdas la historia del Agar, la sierva egipcia de Sara? ¿Cuando huía de Sara, el ángel junto al pozo le dijo que regresara con Sara; después el Señor le mandó un hijo, Ismael? Así que ahora, Abraham tenía dos niños bajo su techo: Ismael, el mayor, hijo de Agar; y el menor, Isaac, hijo de Sara. En Génesis 16:12, el ángel del Señor nos dice que Ismael era un niño de carácter fuerte, salvaje, y el pequeño Isaac no le caía bien porque era un niño callado y noble; y por eso Ismael no lo trataba bien. Esto hizo enfurecer a su madre, Sara, y le dijo a su esposo: “¡Echa de aquí a ese esclava y a su hijo! El hijo de esa esclava jamás tendrá parte en la herencia con mi hijo Isaac”. Abraham se angustió mucho de ver que Agar y Sara discutían y que Ismael no trataba bien a Isaac. Abraham se llevaba bien con todos por igual, y era bondadoso sin distinción. Pero el Señor le dijo a Abraham: “No te angusties por el muchacho ni por la esclava. Es mejor que Isaac esté solo aquí en el campamento, él será el heredero de lo que tienes. Yo el Señor cuidaré de Ismael y haré una gran nación de sus descendientes, de todos los que vengan de él. Al día siguiente, Abraham despidió a Agar y a su hijo dándoles pan y un odre o botella de agua para su viaje. Las botellas de agua en esos tiempos no eran hechas de vidrio o plástico como las de hoy, eran hechas de piel de cabra cosida.

Y Agar se fue del campamento de Abraham con su hijo Ismael. Anduvo errante por el desierto hasta que su agua se le terminó, no tenía qué darle al pobre niño sediento que estaba bajo el sol inaguantable y la arena muy caliente. Entonces puso al niño debajo de un arbusto y fue a sentarse sola a cierta distancia, pues pensaba: “No quiero ver morir al niño”. En cuanto ella se sentó, comenzó a llorar y el niño sollozaba, cuando el ángel de Dios llamó a Agar desde el cielo y le dijo: “¿Qué te pasa Agar? No temas, pues Dios ha escuchado los sollozos del niño y tu llanto. Levántate y tómalo de la mano que yo haré de él una gran nación”. En ese momento Dios le abrió los ojos, y ella vio un pozo de agua. En seguida fue a llenar el odre y le dio de beber al niño sediento que estaba debajo del arbusto.

Después de todo esto, Agar no fue a Egipto, sino que se quedó a vivir allí con su hijo y lo crio en el desierto lejos de la gente. Dios acompañó al niño durante su crecimiento en el desierto de Parán, y se convirtió en un experto arquero.